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Vestir a las mujeres de la Colonia. 1811. El typoi

Cómo vestían nuestros antepasados, los tupí-guaraníes, a la llegada de los españoles? La imagen que nos entregan los manuales y los monumentos recientes no parece ajustarse demasiado a la realidad. Más que de coronas y faldas emplumadas, los primeros cronistas nos hablan de la desnudez, de pintura corporal. Y excepcionalmente, nos hablan ya del tipoy. De baules y Roperos, Milda Rivarola.


Yobana Insua Rojas. Fotografía: Valeria Canata

Ulrico Schmidel, fue un soldado en la conquista de 1534 y salió de allí en 1552, libre ya del servicio se fue a su patria Straunbingen en Babiera, donde escribió en alemán la historia de los hechos que había presenciado, dejó así el primer registro visual y narrativo de la vestimenta guaraní. A continuación grabados y extractos del libro: Viaje al Río de la Plata (1534-1554) Ulrich Schmídel. Mitre, Bartolomé (ed.). LafoneQuevedo, Samuel Alejandro (trad.)

Así navegamos desde ahí y llegamos en ocho días a un río que se llama Paraguay; éste está sobre la mano izquierda; y dejamos el Paraná y navegamos por el Paraguay arriba; entonces hallamos muchísima gente reunida, éstos se llaman Curemaguáes. (También) los hombres y mujeres son muy altos y grandes. Los hombres tienen un agujerito en la nariz, por ahí meten como gala una pluma de papagayo; (también) las mujeres son pintadas [con] largas rayas azules debajo de los ojos, esto perdura por la eternidad; (también) las mujeres tienen cubiertas sus partes desde el ombligo hasta la rodilla [con] un paño de algodón.


Estos Carios o Guaraníes son también gentes bajas y gruesas y pueden aguantar algo más antes que otra nación. (También) ellos, los hombres, tienen en el labio un pequeño agujerito, en ese meten un cristal que es de un largo como de dos jemes y grueso como un canuto de pluma y el color es amarillo y se le llama en su [idioma] indio un paraboe. (También) las mujeres y los hombres andan completamente desnudos, como Dios el Todopoderoso los ha creado.



Pero las mujeres se embijan de otra manera, también de azul desde los pechos hasta las vergüenzas, tan artísticamente, que así no más, fuera de allí, no se hallaría un pintor que lo imitase; ellas andan como las echó al mundo la madre, y son hermosas a su manera, y muy bien que saben pecar estando a obscuras. Con estos scherues (xarayes) nos quedamos un día y navegamos desde allí hasta llegar en 3 días a lo de un rey, que está a 14 millas (leguas) de allá [su gente].

Y en el relato que hace de los Kharckhokies. (pueden ser nación de los chiriguanos, o más probable los corocotoques), encontramos que hace mención al tipoy.

Ellos los Indios se ponen una piedra redonda y azul del tamaño de una dama en los labios. Sus defensas o armas son dardes (dardos), arcos y flechas, y más, paveses hechos de annda (anta) o sean rodelas. Pero sus mujeres tienen un canutillo asegurado a los labios en el que meten ellas una piedra verde o gris. También visten un dipoe (tipoy), que se teje de algodón, del tamaño de una camisa, pero no tiene mangas; y son mujeres hermosas, porque no hacen otra cosa que coser y cuidar la casa; el hombre tiene que trabajar en el campo y procurar todo lo necesario.





Muchas de las crónicas y libros de viajes de aquellos tiempos fueron acompañados de grabados, a partir del siglo XVIII las expediciones fueron acompañadas por expertos dibujantes, que en el siglo XIX fueron sustituidos por fotógrafos. En este caso el mismo Ulrich Schmídel elaboro el texto y sus diseños.







Hans Staden es otro cronista que también hace mención al tipoy en su libro: "La verdadera historia y descripción de un país en América, cuyos habitantes son salvajes, están desnudos, no tienen un Dios y son crueles devoradores de hombres" o en esta versión en portugues de Viagem ao Brasil



Siglos más tarde Felix de Azara (Félix Francisco José Pedro de Azara y Perera militar, ingeniero, explorador, cartógrafo, antropólogo, humanista y naturalista español, nos cuenta en capítulos de su libro Descripción e Historia del Paraguay y del Río de la Plata 

La nación Guaraní era la más numerosa y entendida del país, el nombre más general de la nación fue antiguamente el de 
carios y hoy lo son los guaranís y tapes.

Las payaguas y todas las indias silvestres que hilan, hacen del algodón una larga salchicha sin torcerla y la envuelven flojamente en el brazo izquierdo. Luego sentadas en tierra con las piernas estiradas, resbalan el uso sobre el muslo desnudo, torciendo poco el hilo, que van recogiendo en la mitad alta del uso, que es largo tres palmos. Cuando han hilado así, lo envuelto en el brazo, lo devanan en la mano izquierda y lo tuercen segunda vez, recogiéndolo en la mitad inferior del uso. Así sin doblarlo, disponen el urdido entre dos varas apartadas lo que la manta o tela ha de tener de largo, y sin lanzadera ni peine pasan el hilo con la mano apretándole con una regla de madera. Las naciones del número 45, hilan regularmente y usan telares para tejer. 

Las payaguas y demás indias, nunca cosen ni cortan sus telas para hacer vestidos limitándose a envolverse en la manta desde el estómago abajo, y alguna vez desde el hombro. Llevan además un trapo de palmo y medio en cuadro sostenido por una cuerda que ciñe la cintura. Los varones van totalmente desnudos, pero si hace frío o entran en la ciudad, se echan al hombro su manta tapando lo esencial otros se ponen una estrechísima camisa sin cuello ni mangas. También los hay que pintan su cuerpo imitando la chupa, calzones y medias y van desnudos.

También cortan las mujeres raso el pelo de delante; no el de las sienes, que como el resto cae libremente sin atarlo jamás. Llevan sortijas de cualquiera cosa; pero no arracadas ni otro adorno. El día de su primera menstruación, les pintan indeleblemente un listón muy obscuro que principia en el cabello y baja a la punta de la barba, saltando o dejando libre el labio superior. Además caen en cada lado desde el cabello, de siete a nueve líneas verticales, atravesando la frente y el párpado superior: de cada ángulo de la boca salen pintadas dos cadenetas paralelas a la mandíbula inferior, terminando a los dos tercios de la distancia a la oreja: agregando dos eslabones unidos que nacen del ángulo exterior de cada ojo y acaban en lo alto del carrillo: todas se hacen picando la piel; y las demás que llevan en la cara, pechos, brazos y muslos, son postizas como las de los varones.

De Baúles y Roperos, nos motiva a enriquecer este trabajo de recopilación sobre el typoi, buscar estos libros de cronistas más arriba mencionados, ya que nos dan otros detalles del vestir, como vemos en el texto de Azara, también se describe parte de los accesorios y piezas que hacen a la coquetería de la mujer.

Holden Jara, Roberto­ (1899-1984) Mural Ministerio de Defensa
































En los pueblos de indios, los nativos adoptaron el tipoy, bajo la atenta y represiva mirada de franciscanos y jesuitas cuya primera preocupación era cubrir el cuerpo de los indígenas reducidos. La ornamentación eclesiástica requirió nuevas técnicas: el ñanduti, versión local de Canarias desarrollada en las Misiones a fines del siglo XVII. Baúles y Roperos.

Azara nos cuenta: 
Muy poco o nada costaba a los padres el alimento de sus indios, pues les sobraba la carne de vaca o toro en el procreo de sus estancias. Daban por vestido a los varones un gorro, una camisa, calzones y poncho, todo de lienzo de algodon grueso, claro y ordinario, les hacian cortar raso el cabello, sin permitirles calzado. Tampoco lo permitian a las mugeres, reduciéndose todo su vestidos al Tipós o camisa sin mangas del citado lienzo, ceñida a la cintura. Las precisaban a hacer de su cabello una coleta como los soldados, y a deshacerla al entrar en el templo para llevar el pelo tendido, sin nada que cubriese la cabeza. Segun he podido juzgar visitando todos los pueblos, ninguno entendia el español, ni leian ni escribían, sino en guaraní los pocos precisos para llevar cuenta de las entradas y salidas de almacenes etc. Ciencia ninguna y de las artes poco, por que solo tejian lienzos para vestirse, y para esclavos o gente muy pobres: por el propio estilo la herreria, plateria, pintura, escultura, música y baile etc., que de todo intentaron enseñarles los jesuitas llevados con este obgeto.

Es nuevamente un alemán, el jesuíta Florian Paucke, quien nos dejó una hermosa iconografía sobre la desnudez indígena y criolla pobre, reacia a cubrirse en un clima cuyos ardores no invitaban en absoluto a ello, y la indumentaria urbana, calurosa, pesada, como fuera de tiempo y lugar. Baúles y roperos pág. 8

Paucke relata en su crónica:
En su tierra silvestre todos anduvieron desnudos en tiempos anteriores pero ahora a causa de la vecindad y el conocimiento de los españoles han tratado asimismo a cubrirse los sitios más secretos aunque se encuentran todavía muchas naciones que no admiten ropa alguna sobre sí y andan completamente desnudas. Toda su vestimenta consiste en una piel de ciervo, venado o tigre las que no son labradas sino que únicamente mediante el continuo raspar y restregar con conchas son tornadas blandas y flexibles.

También las mujeres andan desnudas con cabellos colgantes hacia abajo; adelante llevan un delantalcito o pañoleta de un jeme o un jeme y medio de ancho que cuelga hasta los tobillos Cuando las mujeres están incorporadas al pueblo, andan sin embargo más decentemente vestidas porque también el misionero les ayuda en ello aunque ellas en su choza usan la moda antigua. En las nuevas reducciones todas andan en el verano con el cuerpo superior desnudo pero no les es permitido aparecer tan desnudas en la iglesia y en la casa del misionero si no quieren oír una buena reprimenda.

En las misiones más antiguas donde ya no vive ninguno de los primeros reducidos y los indios e indias ya hilan, tejen y trabajan, también ya son hábiles en todos los oficios manuales y [donde] la reducción ya posee buenos medios para procurar lo necesario para la vestimenta, también para poder ellos mismos fabricar todo, los indios andan ya mejor vestidos aunque pobre pero decentemente y en manera honesta.

Su vestimenta y traje es el siguiente: los hombres son raspados por toda la cabeza al igual de un novicio de una orden; la vestimenta consiste en un par de pantalones, en un corpiño y un paño tejido que generalmente es de un largo de tres varas y de un ancho de dos. Este paño blanco tiene en el centro una abertura por la cual el indio puede meter sin dificultad la cabeza; este paño cuelga hacia abajo sobre los hombros y los brazos para que cubra todo el cuerpo hasta las pantorrillas, también a los lados está guarnecido con flecos blancos de algodón. En tiempo de invierno llevan también tales mantas tejidas de lana (poncho). Jamás llevan camisas excepto las que ellos mismos pueden procurárselas o en otra forma se las ganan mediante su trabajo; en lo demás todos andan descalzos. Las mujeres no tienen otra cosa que una larga camisa de lienzo con mangas muy cortas, cubriéndolas completamente hasta los pies: tal camisa llaman tipoi. Esta es toda la vestimenta de las indias en las grandes y antiguas misiones que son habitadas por puros guaraníes, por tapes [y] por tobatines. 

Más de Florian Paucke Iconografía

Juan Francisco Aguirre describió en su viaje por Curuguaty:

"Son por lo común de una estatura mediana, con más inclinación a la baja que a la alta. Su carácter bueno y pacífico, idóneos para cualquier cosa, sea a caballo o a pie. Sus ranchos, desnudos de todo adorno, su vestido, pobre, algunos andan descalzos, pero los más no, todos de chupa y poncho. Las mujeres con una pollera de lienzo bordada o de indiana, con cuatro cintas en la cabeza y cuerpo." 
"Diario del Capitán de Fragata de la Real Armada Don Juan Francisco Aguirre en la Demarcación de Límites de España y Portugal en la América Meridional"



Typoi. Centro de Artes Visuales/Museo del Barro. Muestra Desde El Typoi


Las yardas de algodón tejidas en rústicos telares - como hasta hoy día se hacen en Yataity- llegaron a ser uso corriente en la colonia, como la yerba mate.  Baúles y roperos.

En su trabajo El Indio Colonial del Paraguay, Branislava Susnik escribe: 

Aunque las ordenanzas de Irala ya prohibían la estadía de los encomenderos en los pueblos, dicha orden no se observaba; los encomenderos se creían amos de sus encomendados mitayos y, por extensión, también con derecho sobre el pueblo en cuanto sus cacicazgos-parcialidades lo componían, aprovechando rescates, mujeres y brazos; no faltaban las mujeres de los encomenderos que entraban en los pueblos por el interés en hilanzas indias. Había algunos pueblos que constituían verdaderos centros de hilanza y producción de lienzo; la ordenanza de R. Velasco dice que la mujer india recibía cada lunes 4 onzas de algodón para hilarlo en 4 días obligatorios (Nº 42); la necesidad de este artículo obligaba a R. Velasco a tolerar dicho régimen. 




En Yataity-Jataity hasta ahora...

Doña Digna, hilando. Yataity. Fotografía: Valeria Canata

Trasquílanse a su tiempo. Dase a hilar la lana al modo y con el orden y circunstancias que el algodón a las hilanderas y tejedores: y al principio del invierno se reparte todo el tejido a todo el pueblo, hombres y mujeres; y el pueblo que alcanza a dar cinco varas a cada individuo, se tiene por dichoso: porque el indio siente mucho el frío, y por poco que sea, está como inhabilitado para trabajar: y no hay cosa que estime como un poco de tela de lana para abrigarse; y los Padres, por lo mucho que deseamos su alivio, nos consolamos notablemente cuando los vemos con este alivio. No se hacen telas delicadas, sino paño burdo, o cordellate, como mantas de caballo, excepto algunas piezas que se hacen de listados de varios colores para los músicos, sacristanes, Cabildantes y caciques para los ponchos. Y este paño tan burdo, si se le da a escoger al indio con una tela de tisú, es tan estimado de él, que antes escoge a el paño que al tisú: porque aquél le abriga más. No mira el indio el aseo y lucimiento, sino a la conveniencia y necesidad. El frío de aquellas partes es poco: pocas veces llega a helar el agua y éso en tal cual invierno, y con hielo muy delgado: y no dura más que dos o tres meses, junio, julio, y parte de agosto (por estar aquellas partes en el hemisferio opuesto al nuestro), y no es todos los días: pues en esos tres meses, por estar en mayor cercanía de sol (pues están los pueblos entre 26 grados y medio y 30, cuando España está entre 36 y medio y 44) viene muchas veces de repente calor por algunos días. Con todo eso, siente mucho el indio este poco frío, que más parece primavera de acá. Debe de ser de complexión muy fría, como es de flemático, según vemos. El calor, que es mucho, no lo siente. Cuando aprieta mucho el sol en el estío, sucede estar carpinteando al sol maderos para fábricas o cosa semejante, sin cubrir la cabeza con su gorro o sombrero aunque haya sombra cerca: y exhortándoles a que se libren del sol, metiendo los palos a la sombra, se ríen, prosiguiendo al sol. Lo más que hacen es desnudarse de medio cuerpo arriba, tostándoles el sol aquellas carnes. Y comúnmente están alegres en estas faenas, y no falta alguno en cada tropilla que tiene genio de decir chanzas: y a cada dicho ríen y carcajean con muy poca causa... en
La breve relación de las Misiones del Paraguay, por José Cardiel.
(1720-1782, Explorador, escritor y cartógrafo, misionero del Paraguay)


Fibras de algodón. Yataity. Fotografía: Rossana Ibañez



Doña Digna López Vda. de Narvaja. Telar artesanal. Yataity
Fotografía: Rossana Ibañez


¿Y las españolas?

Retrato de mujer española en América. 
Museo de América, Madrid.
Llama poderosamente la atención la ausencia femenina en la extensa historiografía americanista. Su presencia fue inferior en número que la de los hombres. Tampoco los cronistas fueron muy generosos a la hora de darlas a conocer y escribieron sus crónicas apenas registrando leves anécdotas.

El trabajo de José María González Ochoa Protagonistas desconocidos de la Conquista de América y Españolas en el Nuevo Mundo de Eloísa Gómez Lucena, nos acercan a esta cuestión: No vinieron solos. No fueron solos Mujeres en la Conquista y la Colonización de América.

Tan sólo en las últimas décadas han comenzado a proliferar investigaciones, que se han traducido muchas de ellas en libros, y algunas novelas históricas que han sacado a la luz personajes femeninos muy atractivos por sus aventuras, como el de la almirante Isabel de Barreto, Inés Suárez o de la adelantada Mencía Calderón y su expedición al Río de la Plata.  Algunas Mujeres de la Conquista, por Josefina PláLas Pioneras en la Conquista y la Colonia, por Olinda Massare de Kostianovsky nos relatan las travesías de estas mujeres.





La mujer española en América, en líneas generales, encontró más cauces para romper los roles y papeles que se les tenía asignados en la Península. Al estar en territorios de fronteras y en ciudades en construcción su papel fue, sobre todo en las primeras décadas, más activo. Ellas jugaron papeles decisivos, encontraron espacios de mayor libertad y mostraron una gran fortaleza ante las vicisitudes del descubrimiento y la conquista. A América llegaron las más decididas y fueron clave para crear la nueva sociedad mestiza y criolla. José María González Ochoa.

Daniela Benitez, nación Nivachei, y sus compañeras con vestidos en fibra de caraguata


Recreación de typois en la celebración del Día de la Independencia 2017, fotografías de Valeria Canata y Anahi Aguilera Acuña


 




Parte de las mandu'areñas con typoi, en el acto de Recreación de la Independencia frente al Cabildo 2017.
Fotografía: Secretaria de Cultura.





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