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Uniformes de Artillería -Uruguay 1877-1900

El esplendor de una época. Uniformes, emblemas e insignias del Arma de Artillería de fines del Siglo XIX.

                                                                       por Alberto del Pino Menck



El final del gobierno del Coronel Lorenzo Latorre, dio impulso a un incremento en la vistosidad y diversidad de los uniformes del Ejército Nacional que contrasta con lo sobrio de las prendas en uso que caracterizaron al período inicial del gobierno provisorio. Se impuso pues, una tendencia a la ostentación en la vestimenta castrense que se manifestó con fuerza irresistible desde 1880.  La reaparición del peto con el color distintivo del arma, así como las forrajeras doradas o de lana encarnada de origen francés, que habían desaparecido de la uniformidad del ejército uruguayo luego de la revolución del General Flores, volvían a formar parte del vestuario de parada de oficiales y personal subalterno. 

A estos cambios ya operados durante el gobierno provisorio de Latorre, se suma la modificación de los distintivos jerárquicos, así como el de los emblemas de las armas e institutos. Se constata además, la aparición de prendas desconocidas en el medio hasta la llegada del General Máximo Santos al Ministerio de Guerra y Marina. Aparecen polacas, blusas de distintos cortes, bandoleras y cartucheras para las armas montadas, dolmanes de diversos diseños, capotes cruzados o derechos, con o sin caperuza, cordones y borlas.  Los uniformes de los gastadores o hacheros de los batallones de infantería, alcanzan una magnificencia y lujo singular con sus altos morriones de piel de oso, manoplas blancas y sus delantales de piel de yaguareté o de lobo.

El Arma de Artillería no fue ajena a este proceso de cambios y sus uniformes asimilaron un excesivo aumento de distintivos. Granadas y cañones cruzados metálicos de distintos tamaños y diseños, de origen francés, fueron llevados en el kepí o en el chacó. También en el  cuello de las distintas prendas, en cartucheras y en la botonadura y en las chapas de cinturones o cartucheras proveedoras de la carabina Remington de sargentos, cabos y artilleros. 

Al no estar ilustrado el reglamento de uniformes de 1881, como tampoco la revisión y modificación de 1884, la interpretación caprichosa y el abuso de sastres y de jefes y oficiales fue mayúscula y atentó lógicamente contra la uniformidad.  Sin embargo, no hubo período de la historia de los uniformes del Ejército Nacional que haya registrado tal esplendor y diversidad en los vestuarios. 

El reglamento de Uniformes, Divisas e Insignias de 1889 frena la exuberancia y la variedad excesiva de uniformes reglando con buen gusto y moderación una nueva generación de prendas militares.  Pero eso no significó tampoco la merma en el uso de numerosos diseños de emblemas y distintivos, así como la adopción de distintos cubrecabezas y modificaciones pautadas por la moda militar de entonces. El fin de siglo verá la desaparición del chacó en la Artillería, sustituido definitivamente por el quepí para funciones de gala con el aditamento del penacho.  Este artículo no intenta ser exhaustivo. Ni siquiera analiza la evolución en forma ordenada de estos uniformes y distintivos. Solo es una muestra del esplendor de una época ya pasada.






































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