El esplendor de una época. Uniformes,
emblemas e insignias del Arma de Artillería de fines del Siglo XIX.
por Alberto del Pino Menck
El final del
gobierno del Coronel Lorenzo Latorre, dio impulso a un incremento en la
vistosidad y diversidad de los uniformes del Ejército Nacional que contrasta
con lo sobrio de las prendas en uso que caracterizaron al período inicial del
gobierno provisorio. Se impuso pues, una tendencia a la ostentación en la
vestimenta castrense que se manifestó con fuerza irresistible desde 1880. La reaparición del peto con el color
distintivo del arma, así como las forrajeras doradas o de lana encarnada de
origen francés, que habían desaparecido de la uniformidad del ejército uruguayo
luego de la revolución del General Flores, volvían a formar parte del vestuario
de parada de oficiales y personal subalterno.
A estos cambios ya
operados durante el gobierno provisorio de Latorre, se suma la modificación de
los distintivos jerárquicos, así como el de los emblemas de las armas e
institutos. Se constata además, la aparición de prendas desconocidas en el
medio hasta la llegada del General Máximo Santos al Ministerio de Guerra y
Marina. Aparecen polacas, blusas de distintos cortes, bandoleras y cartucheras
para las armas montadas, dolmanes de diversos diseños, capotes cruzados o
derechos, con o sin caperuza, cordones y borlas. Los uniformes de los gastadores o hacheros de
los batallones de infantería, alcanzan una magnificencia y lujo singular con
sus altos morriones de piel de oso, manoplas blancas y sus delantales de piel
de yaguareté o de lobo.
El Arma de
Artillería no fue ajena a este proceso de cambios y sus uniformes asimilaron un
excesivo aumento de distintivos. Granadas y cañones cruzados metálicos de
distintos tamaños y diseños, de origen francés, fueron llevados en el kepí o en
el chacó. También en el cuello de las
distintas prendas, en cartucheras y en la botonadura y en las chapas de cinturones
o cartucheras proveedoras de la carabina Remington de sargentos, cabos y
artilleros.
Al no estar
ilustrado el reglamento de uniformes de 1881, como tampoco la revisión y
modificación de 1884, la interpretación caprichosa y el abuso de sastres y de jefes
y oficiales fue mayúscula y atentó lógicamente contra la uniformidad. Sin embargo, no hubo período de la historia
de los uniformes del Ejército Nacional que haya registrado tal esplendor y
diversidad en los vestuarios.
El reglamento de
Uniformes, Divisas e Insignias de 1889 frena la exuberancia y la variedad
excesiva de uniformes reglando con buen gusto y moderación una nueva generación
de prendas militares. Pero eso no significó
tampoco la merma en el uso de numerosos diseños de emblemas y distintivos, así
como la adopción de distintos cubrecabezas y modificaciones pautadas por la
moda militar de entonces. El fin de siglo verá la desaparición del chacó en la
Artillería, sustituido definitivamente por el quepí para funciones de gala con
el aditamento del penacho. Este artículo
no intenta ser exhaustivo. Ni siquiera analiza la evolución en forma ordenada
de estos uniformes y distintivos. Solo es una muestra del esplendor de una
época ya pasada.
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